domingo, 27 de octubre de 2019

Las capturas humanas del corso. Una fuente de esclavos

Una de las formas por las que las galeras españolas se nutrieron de esclavos, consistió en lo que se llamó "moros de presa", es decir prisioneros obtenidos durante la constante guerra que sostuvo la corona española contra turcos y berberiscos, donde el corso de unos y otros adquirió un gran protagonismo.

Escuadra de galeras


Cautivos del corso español. El trato a los prisioneros durante el siglo XVIII
Vera Moya Sordo

Cuadernos de Historia Moderna, nº 44, 2019, pp. 129-158.
Resumen:
Los procesos de captura de prisioneros en alta mar como parte del ejercicio del corso y el sistema de presas (o derecho al botín de guerra), pueden ser abordados a partir del acervo de documentación oficial, administrativa y regulatoria, en el cual se observan las condiciones, instrucciones y procedimientos en materia de detenciones y el trato a los cautivos. Aunque en principio los reglamentos establecían los métodos y sus limitaciones, en la práctica, éstos se adecuaban a las necesidades del momento, en armonía con los intereses y convenios internacionales. Conforme se desarrolló la guerra a lo largo del siglo XVIII, el aparato burocrático y judicial naval español tuvo que implementar o ajustar su estructura normativa, así como los medios inmediatos, para mejorar la manutención, protección y devolución o intercambio de un número cada vez mayor de prisioneros. Así, al tiempo de mantener el control de este sistema y obtener sus beneficios de acuerdo a los tratados con otras potencias, la Corona pudo continuar con la movilización de sus recursos militares materiales y humanos.

lunes, 22 de julio de 2019

PRAGMÁTICA DE 1749 ORDENANDO EL ENVÍO DE CONDENADOS A ALMADÉN TRAS LA DESAPARICIÓN DE LA PENA DE GALERAS

Tras la desaparición de la pena de galeras, aquellos reos que por sus delitos hubieran merecido la pena de galeras, se determinó fueran enviados a las minas de Almadén; si bien, la mayor parte, acabaron recalando en los arsenales para reforzar el plan ensenadista de reconstrucción de la armada naval, casi inexistente al terminar la Guerra de Sucesión.


jueves, 18 de julio de 2019

LOS GALEOTES VALENCIANOS BURLAN LA JUSTICIA REAL

El siglo XVI fue una verdadera edad de oro de las galeras en el Mediterráneo, donde se libraron batallas de la importancia de Lepanto. Turcos, venecianos, genoveses, franceses y españoles desplegaron considerables armadas de galeras, costosas de construir, dotar y mantener. El esfuerzo fue más que considerable y en 1574 la España de Felipe II dispuso de 146 galeras en aguas mediterráneas. Fue el apogeo numérico de tal fuerza naval, que en 1576 pasó a 102. En los años siguientes prosiguió tal declinar, aunque las galeras todavía dieron que hablar en el siglo XVII.
                Los remos de las galeras fueron movidos corrientemente por condenados, a los que se les deparaba una estancia infernal en las mismas. Entre sus tripulaciones se generalizó fumar tabaco en pipa para aliviar el hedor en el que yacían los galeotes. Conmovido por graves problemas de delincuencia, el reino de Valencia proveyó de galeotes a Su Majestad. Su virrey empleó con severidad sus atribuciones de justicia para completar las galeras que se dirigían a Italia en 1568.
                Los galeotes valencianos embarcaron en muchas ocasiones en Barcelona o Cartagena tras una larga marcha, llena de incidentes. En 1596 se llamó la atención en términos enérgicos al corregidor de Murcia por no haberlos custodiado debidamente hasta Cartagena. Los galeotes escapaban, se quejaban las autoridades valencianas, para retornar a sus lugares de origen a tomar venganza de los que habían depuesto contra ellos o para proseguir delinquiendo. Cristóbal Menor Sastre, de Játiva; Juan Viana, de la Alcudia de Carlet; y Miguel Jerónimo Tristán, un platero de Valencia, burlaron la vigilancia con éxito. Al huir, el reo Cristóbal Menor asesinó a Miguel Casanova de Agullent.
                Los distintos virreyes de Valencia y sus representantes pusieron el grito en el cielo ante el Consejo de Aragón. Se apercibió a los corregidores de Murcia con severidad varias veces, incluso cuando se negó la recepción de tres galeotes valencianos en 1606 por considerarlos inhábiles. El control de hierros o cadenas no se llevó a cabo con efectividad, pues muchas veces se perdían y con ello la constancia de entrega del galeote en circunstancias ordenadas.
                Los problemas que se denunciaron en los envíos a Cartagena también se dieron hacia Barcelona. Cataluña y Aragón estaban sobradas de galeotes en 1613, según sus autoridades, y los de procedencia valenciana lograron fugarse cerca de Tortosa, retornando a sus andadas. La pena de galeras no disuadió a muchos de convertirse en delincuentes, lo que contribuyó a sobrecargar el sistema militar español, que no pudo ser aliviado convenientemente por las justicias del rey. En las deficiencias del sistema encontraron los valencianos penados a galeras su particular don Quijote.

PROCEDENCIA: El reino de los valencianos https://el-reino-de-los-valencianos.webnode.es/news/los-galeotes-valencianos-burlan-la-justicia-real/?fbclid=IwAR1D8T5GamCj8mmxRW2XNCeeCi66tcjUCwLhWOPiBjwYRVGJCMmu13VQfYE

jueves, 27 de septiembre de 2018

ENTREVISTA EN LA LINTERNA DE DIÓGENES: El trabajo forzado en galeras

LDD - Trabajo Forzado en Galeras

Comenzamos una nueva temporada.

Y lo hacemos con un viaje a los siglos XVII y XVIII y el trabajo forzado en galeras. La boga como uno de los castigos más comunes a la vez que crueles de la España de la época. Las galeras de la Armada española, además de la función militar, desempeñaron un papel fundamental en la historia penitenciaria del reino. Las necesidades de la armada provocaron un uso utilitarista de las condenas, con objeto de nutrirse de mano de obra barata y en abundancia. Junto con Manuel Martinez (Los forzados de marina en el siglo XVIII) hablaremos de Las condiciones de vida de estos forzados en las galeras, de quiénes fueron habitualmente los condenados, y cuáles sus delitos.

https://www.ivoox.com/ldd-trabajo-forzado-galeras-audios-mp3_rf_28248495_1.html

lunes, 9 de julio de 2018

La alimentación de los forzados de galeras en la poesía de los galeotes


Las galeras, por ser naves de recorridos cortos, no tuvieron problemas para aprovisionarse de víveres y agua; si bien, el escaso espacio disponible hizo que este producto nunca fuera abundante.
En épocas de campaña, la cocina se montaba sobre la cubierta de la galera por medio de un fogón colocado en el intersticio de dos bancos de remeros, apoyado con un gran trébede de hierro sobre un montón de arena, que hacía de aislante con la madera. Artilugio que en campañas militares no se podía encenderse y obligaba a ingerir las comidas en frío.
La base de la alimentación de la chusma consistió en una ración diaria de 26 onzas del llamado bizcocho o galleta de mar, un pan medio fermentado amasado en forma de pequeña torta, que para evitar su fermentación se cocía dos veces, hasta convertirlo en una masa tan dura, que para poder consumirla había que mojarla “con la misma agua del mar”, suponiendo un auténtico martirio para aquellos que tenían una dentadura enferma o padecían de escorbuto.
La galleta o bizcocho de mar

El viscocho carcomido,
lleno de gusanos, seco.
Agua corrupta hedionda,
todo por onças y peso.
Las habas ençapatadas
con su espaldar y su peto,
en agua sin sal cozidas,
en un muy suzio caldero,
del comite el rebencazo
que lleva carne y pellejo.
Es de nuestra triste vida,
el miserable sustento.

También fueron objeto de “alabanzas” los manjares que se servían en galera, cuando el autor del Galeote de Sevilla, describía dicho menú en unos términos muy similares:

Mi comida ansias extrañas;
Poco pan, negro, podrido,
Do el gusano regordido
Y sucias chinches y arañas
Hacen habitanco y nido.
Pan de diez años de afan,
Cernido con mala harina;
¿Puede ser mayor mohina
Que entre la costra del pan
Hallemos la chinchelina?
Jesucristo me socorra
Con favores soberanos;
Cuando en la costra hay gusanos,
¿Qué no habrá en la mazamorra?”

Dependiendo de la época, los calderos de la escuadra española de galeras del Mediterráneo variaron en función de diferentes condicionantes. En 1705 por ejemplo, la comida caliente se redujo en las galeras sencillas a un caldero diario compuesto por “9 celemines de habas o tantos de garbanzos en su suplimiento de ellas, o 46 libras 12 onzas de arroz con una libra y 8 onzas de aceite”. Además, se les proporcionaba a los remeros en las tres pascuas y carnetolendas, una ración de 6 onzas de tocino y dos cuartillos de vino, género que también se suministraba tras la realización de un sobreesfuerzo con ocasión de temporales o de acciones bélicas. “Ración de trabajo” que se reglamentó en abril de 1722, cuando se consolidó la ración alimenticia con la introducción del vino o un sustitutivo de éste, así como con el aumento de la proporción de bizcocho y de habas; de tal forma, con lo que en ocasiones se llegó a suministrar la ración de cabo.
En los periodos de escasez, el agua debió sustituir al aceite, manteniendo las habas como alimento básico por ser más baratas que los garbanzos, siendo frecuente que el caldero proporcionara un caldo de habas mal cocidas y duras; y, aunque durante el siglo XVII hubo un intento de sustituirlas por arroz, hubo de volver a ellas por poseer una aportación vitamínica. Otro inconveniente al que se tuvo que hacer frente, estuvo en el deterioro de los alimentos por el paso del tiempo y la acción de la humedad y el calor, lo que les daba un aspecto tan repugnante, que debía ser vencido “a impulsos de la necesidad”

Suma de la vida infernal de galera

Bien hizo estrecha vida el padre Bruno,
tienen religiosos gran paciencia;
mas poco hazen semejante ayuno
que aqueste es mas que qualquier abstinencia.
Todos mueren de hambre uno a uno
y de continuo açote y penitencia.
Ved si puede llamarse aquesta vida,
que a dar la muerte a si proprio convida!
De Tantalo las penas y el castigo
padecen los que allí sobre el agua mueren,
secos de sed; y a fé que soy testigo
que muertos por bever, a palos hieren;
seys barriles llevar suelen consigo,
no bevan los ministros gota quieren,
van midiendo un barril y otro barril,
y si agua falta, les dan palos mil.
Que martirio, que pena y que tormento
puede venir igual a tal pobreza,
que no bever y estar siempre sediento,
ni poder ablandar tanta dureza;
abrasados del sol y seco viento
sin abaxar al agua la cabeza;
creed a mí que lo he provado en lleno,
que bevería vogando uno veneno