Los diques de carenado del arsenal de Cartagena constituyeron una de las obras de ingeniería
naval más importantes de la Europa del siglo XVIII. La importancia que se dio a
su desarrollo la manifestó en 1755 el
ministro Arriaga al intendente Barrero, al precisar que eran el “primer
objeto de cuanto se trabaja en los departamentos”.
Las ventajas de estos diques fueron evidentes, pues
en aquella época era indispensable carenar un navío cada 4 ó 6 años de
servicio, razón por lo que la vida útil de estos buques apenas superaba las dos
décadas, en tanto que la reparación en posición vertical en los nuevos diques
posibilitaba que un navío durara varias décadas más.
El
trabajo más agotador en estos diques y que requería una gran cantidad de hombres, consistió en el “vaivén” de las bombas de achique de agua, operación
imprescindible cada vez que un barco entraba en el dique, pues había que
vaciarlo y mantenerlo seco de las filtraciones.
Al ser el desagüe un trabajo continuo, sin descanso
alguno en tanto estuviera el buque en el interior del dique, se hizo necesaria
la construcción de un foso donde se colocaron las bombas de cadena necesarias, donde los trabajadores debían cumplir
turnos de cuatro horas para conseguir que las máquinas produjeran el trasiego
constante de agua de unos pozos a otros. Todo ello, sin salir a la superficie hasta tanto el
carenado se hubiera realizado completamente.
En
consideración a su dureza, el trabajo
forzado en las bombas de achique de agua de los diques de carenado acabó considerándose un destino penal
independiente en 1771, concediendo estímulos
alimenticios y económicos que sin
embargo, apenas compensaron el agotador trabajo y el lamentable estado ambiental
de unas pozas habitualmente encharcadas, en las que debían dormir los
bombeadores cada vez que un buque entraba en un dique para ser carenado.
Además, estas condiciones se endurecían mucho más por el maltrato de que hacían
gala los guardianes, siempre con un látigo o un palo a mano para fustigar a los
menos activos y obedientes.
Del
infierno que hubieron de sufrir los condenados a bombas hasta que fueron
suprimidas en 1787, da idea el hecho de que de
los 323 condenados asentados entre el 29 de abril de 1773 y el 22 de
octubre de 1775, falleció el 26,63 % de ellos, porcentaje muy por encima del
experimentado en la época de galeras.
Autor:
Manuel Martínez Martínez [https://es.linkedin.com/in/manuel-mart%25C3%25ADnez-mart%25C3%25ADnez-1ba83a4a]
Via:
MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel. Los forzados
de Marina en la España del siglo XVIII (1700-1775), Almería, 2011.
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