LA CHUSMA DE LAS GALERAS
La chusma de
las galeras españolas estuvo compuesta básicamente por dos grandes grupos: los
esclavos y los forzados, a los cuales se añadían los llamados “buenas boyas”,
prácticamente inexistentes desde comienzos del siglo XVII.
La distribución del trabajo en galeras no distinguió
entre esclavos y forzados. Ambos grupos se distribuyeron al remo en función de
su fuerza física y no por su status. Remaron codo con codo, sin distinciones en
la alimentación, vestido o cuidado sanitario.
El
instrumento de trabajo fue el remo, compartido por varios remeros que recibían
un nombre concreto en función del lugar que ocupaban en el barco. Al primero de
ellos se le denominó “bogavante”, mientras el “cuarterol” era el último en el
caso de las galeras más pequeñas. Otro era el “espalder” por bogar de espaldas
a la popa y de cara a los demás, a quienes daba la boga.
DOTACIÓN DE CHUSMA SEGÚN EL TIPO DE GALERA
GALERA
|
REMEROS
|
MÚSICOS
Y SIRVIENTES
|
TOTAL
CHUSMA
|
Capitana
|
348
|
27
|
375
|
Patrona
|
270
|
10
|
280
|
Sencilla
|
250
|
10
|
260
|
Las ordenanzas de la galera tendieron a
igualar el trato entre esclavos y forzados en todos los aspectos, aunque por
status jurídico los castigos no fueron siempre iguales. Los esclavos -a
excepción de los que estaban bajo sentencia judicial-, al estar en galeras por
toda su vida, no podían ser penalizados mediante la ampliación del tiempo de
servicio al remo. Además, eran demasiado valiosos para ser condenados a muerte,
por lo que los azotes se convirtieron en el castigo más habitual para ellos.
La evolución de los distintos grupos que componían la
chusma de galeras fluctuó en función de una serie de condicionantes históricos
y logísticos, tales como las presas realizadas o las largas campañas en el
extranjero.
COMPONENTES
DE LA CHUSMA DE GALERAS SEGÚN LA CONDICIÓN DE ENTRADA (1700-1733)
NÚMERO
|
%
|
|
ESCLAVOS
|
1373
|
16,0
|
FORZADOS
|
7177
|
83,9
|
BUENAS BOYAS
|
1
|
00,1
|
TOTAL CHUSMA
|
8551
|
100
|
La proporción entre forzados y esclavos
se vio reducida en la práctica, ya que estos últimos estuvieron sujetos por
vida al remo, en tanto los forzados, una vez cumplida su condena abandonaban
las galeras. El porcentaje real debió aproximarse al que se desprende de la
información suministrada en 1740 por el intendente de Cartagena, en el que se trata
de las existencias y necesidades de chusma: 63,5 % de forzados y 36,5 % de
esclavos.
Los esclavos eran propiedad real y debían servir de
por vida en galeras. Casi todos fueron capturados durante la permanente guerra
que España sostuvo contra berberiscos y turcos. Su función principal consistió
en realizar la boga, aunque también fue habitual que los que se consideraran de
“confianza” y menor riesgo de fuga, se les encomendaran otro tipo de servicios,
tales como los de músicos, servidumbre personal, limpieza, aprovisionamiento de
leña, agua, víveres y otros productos.
Entre los esclavos del rey y los
forzados, se situaron aquellos que eran propiedad de particulares y que fueron
condenados a galeras por un tiempo limitado, a cuyo término no podían ser
puestos en libertad por tener que reintegrarse a sus propietarios, si es que
los reclamaban. Sólo cuando se convertían en “cristianos nuevos” podían tener
una remota posibilidad de ser libres, siempre y cuando sus dueños no los
requirieran al término de sus condenas.
EL APROVISIONAMIENTO DE ESCLAVOS
En cuanto a los diversos medios empleados para
nutrirse de esclavos, el más corriente procedió de la captura en combate, causa
por la que fueron llamados “moros de presa”. Otras modalidades de ingreso y su
evolución a lo largo del primer tercio del siglo XVIII las detallamos en el
siguiente cuadro.
FORMAS DE INGRESO DE LOS
ESCLAVOS EN LAS
GALERAS ESPAÑOLAS (1700-1733)
TIPO
DE INGRESO
|
NÚMERO
|
%
|
PRESA
|
1.100
|
80,1
|
COMPRA
|
190
|
13,8
|
RESCATE
|
30
|
2,2
|
TRUEQUE
|
25
|
1,8
|
REPOSICIÓN
|
17
|
1,2
|
CESIÓN
|
9
|
0,7
|
SENTENCIA
|
2
|
0,2
|
TOTAL
|
1.373
|
100
|
La mayor parte de los esclavos
berberiscos y turcos fueron capturados en combate naval o terrestre, por lo que
eran llamados “moros de presa”. En su mayoría eran corsarios profesionales, que
perdiendo su libertad, pasaban a ser propiedad del rey al servicio del remo en
la escuadra de galeras del Mediterráneo.
Cuando escaseaban, el sistema de
aprovisionamiento de esclavos se completaba por medio de la compra. Operación
en la que los funcionarios reales adquirían esclavos musulmanes a unos precios
que estuvieron normalizados durante los siglos XVI y XVII en torno a los 100
ducados por cabeza, pero que en el siglo XVIII se incrementó al menos en otros
30 ducados, provocando una reducción en las compras. El dinero empleado en la
adquisición de esclavos, provino principalmente de la subasta de esclavos
viejos e inútiles para las galeras, un sistema que permitió su sustitución con
un coste mínimo a la hacienda real, y que se completó con los caudales de
Cruzada y los de la tesorería de marina
A los tipos de esclavos anteriores,
debemos añadir aquellos que antes de su entrada en galeras estuvieron en casas
particulares, cuyos dueños, en castigo de su rebeldía u otros estropicios,
hacían donación de sus personas al rey para ser empleados como remeros en las
galeras. Medida extrema como aleccionadora, tanto para el esclavo implicado,
como para los demás de su clase.
La abundancia de este tipo de esclavos
se mantuvo mientras los precios permanecieron bajos, algo que empezó a cambiar
tras la guerra de Portugal en l640, momento en el que al incrementarse su
valor, sus dueños decidieron dejar de donarlos al rey, por muy desobedientes y
peligrosos que fueran.
Otras veces, la donación del esclavo se
hacía por motivos económicos, por desentenderse el dueño de los gastos que
ocasionaba. Muchos de ellos, por haber adquirido diversas habilidades durante
su cautiverio doméstico, pudieron eludir la penosa tarea de empuñar el remo, e
incluso, servir al mismo rey.
En el caso de los
esclavos que fueron canjeados por otros para servir a dueños particulares,
éstos también obtuvieron cierta ventaja, pues sustituían sus esclavos menos
dóciles por otros, que habiendo probado la dura vida de las galeras, veían en este
cambio una posibilidad de mejorar su existencia.
LA REDENCIÓN DE ESCLAVOS
Respecto a las operaciones de
intercambio de esclavos por cautivos cristianos, éstas requerían dos tipos de
intervenciones. La más usual consistía en que familiares o apoderados de
cristianos esclavizados, se dirigieran al rey para que autorizara el canje. Una
vez concedido, se pasaba a recoger al esclavo o esclavos que los poseedores del
cautivo cristiano solicitaban a cambio, y entregarlo a los que hacían de
intermediarios, quienes firmaban el recibí correspondiente y abonaban la fianza
habitual, con lo que garantizaban la operación y respondían a la posible
pérdida del esclavo. Previamente, debía haber sido entregado otro esclavo útil
para el remo en su lugar.
Realizadas estas formalidades, se hacía
a continuación la cesión del liberado a los religiosos de las órdenes de San
Francisco, Trinitarios o de la Merced de Cartagena para efectuar en Argel el
cambio. Realizada la operación, el cristiano liberado debía pasar a su lugar de
origen y dar fe ante escribano de haberse realizado el canje y que era el mismo
cautivo que motivó la operación.
En caso de que el plazo terminaba por
expirar, periodo que abarcaba normalmente unos seis meses, y el canje no se
había podido realizar por cualquier motivo, se obligaba a los intermediarios a
devolver el esclavo, o bien, sustituirlo por otro.
Otra modalidad de
canje podía producirse a instancias del propio esclavo, en la mayoría de las
ocasiones por haberse convertido al cristianismo, pudiendo colocar a otro en su
lugar y lograr así su libertad. Sin embargo, se desconfiaba de que la conversión
fuera realmente sincera, por lo que en caso de autorizarse el trueque, se le
obligaba al liberado a residir en zonas interiores de la península, al objeto
de evitar su pase a Berbería o que actuara de espía para los piratas
norteafricanos o turcos.
En cuanto a los esclavos repuestos en
lugar de otros, constituyó un fenómeno derivado de las numerosas evasiones que
se produjeron, especialmente en los años postreros del siglo XVII. El
responsable de la custodia del fugado debía reparar su negligencia sustituyendo
a su costa el esclavo fugado por otro que hubiera sido examinado y aprobado por
el médico de galeras. En caso contrario, debía pagar su importe. La condena de
reposición también podía ser impuesta a personal civil y, cuando el fugado se
le consideraba inútil para el remo, se imponía un pena pecuniaria resultante de
la tasación del esclavo.
Aparte de esta amplia tipología,
existieron a su vez determinados grupos de esclavos que por sus características
particulares merecen ser destacados. En primer lugar hallamos a los arráeces, Capitanes
berberiscos de barcos corsarios, que por estar considerados como muy peligrosos
nunca debían ser liberados, intercambiados o vendidos. Tampoco podían serlo los
renegados, los que junto a los anteriores no se les podía ocupar ni en tierra,
ni en ninguna labor distinta a la de la boga, por lo que se dispuso mantenerlos
encadenados permanentemente a sus bancos.
Otro tipo de esclavos especiales fueron los llamados
“mercaderes”, individuos procedentes casi exclusivamente del norte de África
que, por sus habilidades comerciales y su mayor docilidad, fueron muy estimados
por los cómitres, alguaciles y demás oficiales de las galeras, para tomarlos a
su servicio y emplearlos en faenas particulares o de asentistas, permitiéndoles
una vez recalada la galera en puerto, desplegar tenderete sobre su muelle y
vender todo tipo de productos. Además,
podían efectuar cuantas misiones se les encomendaran en función de sus
habilidades y cualidades. Por todo ello, junto
“los moros de popa” y los músicos chirimías de la galera Capitana,
fueron los esclavos que mejor trato recibieron, llegando incluso a deambular
libremente por la galera.
En el lado opuesto se hallaban los
renegados, que podían ingresar en galeras, bien en calidad de esclavos, bien
como forzados. En este último caso, por sentencia de un tribunal de justicia y
por un determinado tiempo de condena
BIBLIOGRAFÍA
BARRIO GOZALO,
Maximiliano.
-
“La esclavitud en el Mediterráneo Occidental: los
«esclavos del rey» en España”, en Crítica Storica, 17, 1980, pp. 199-256.
-
“La mano de obra esclava en el arsenal de Cartagena
a mediados del setecientos”, en Investigación
Histórica, 17, 1997, pp. 79-99.
-
Esclavos y cautivos. Conflicto entre la cristiandad y
el Islam en el siglo XVIII,
Valladolid, 2006.
MARTÍNEZ
MARTÍNEZ, Manuel. Los forzados de Marina
en la España del siglo XVIII (1700-1775), Almería: Universidad de Almería,
2011.
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